RAJRAIID CARIRIMIRA A A A A al JA a DE GEN E LY PR SIDENTE ¡STADO DEA EUATERMADLAS A SUS CONCIUDADANOS: los: últimos acontecimientos del Jístado del Salvador deben sernos justamente satisfactorios, porque ellos aseguran la tranquilidad de aquellos pueblos, nuestros hermanos; la estabilid: xl de su Gobierno, nuestro alia- do, y nuestra propia quietud, que, al entrar aquel Estado á la difícil prueba á que la perversidad le sujetó, aparecía fundadamente amenazada. Amenazada; no en peligro, porque el riesgo de perder las ventajas del órden, y caer en los horrores de la anarquía, en que no hay seguridad y desaparece hasta el sentimiento de la patria, solo puede depender de voso- ros mMISmos. Respetando los principios que la moral dicta, nuestra conducta nos ha dado, y seguirá dandonos, seguridad respecto al exterior. ln el interior, ya lo veis, reina la ley: no se permiten demasías de ningun género, ni abandono ó negligencia, sin que se les aplique el cor- rectivo oportuno: no hay desvalidos; todos son escuchados y atendidos, sin acepcion de personas: todos ven asegurado el fruto de su fatiga y sudor; todos, en fin, gozan ante el Gobierno y ante sus conciudad: lanos de la consideracion á que son acreedores. Entretanto, economizando en lo po- sible, y sin las contribuciones que en otro tiempo pagó hasta el jornalero, van cubriéndose, y pronto quedarán satisfechas, en parte muy considerable, las deudas que mi administracion encontró rezagadas y comprometiendo has- tala existencia misma del Estado. Ahora, pues, que este comienza á desarrollar sus fuerzas y á dar se- has de una vida, que será vigorosa, ¿cómo imaginarse y pretender que vol- viésemos á las desgracias pasadas? No, sin una torpeza bien diena de la animadversion pública, como la que han atraido sobre sí los autores del criminal propósito de Junio. Estos, preciso es que lo sepais, renunciaron el juicio á que estaban so- metidos y pidieron salir del lstado. Su solicitud fué otorgada; y no hay ya reos políticos. dl ; den conozco que este acto de clemencia extje de mí doble igor para lo sucesivo. Aun no creo llegue el caso de emplearle, porque rae lisongéan el progreso que observo, la idea de que Ja civilizacion ESE y la de que se me auxiliará á procurar las mejoras y no se forzarán brutalmente las circunstancias; A si fuere precisa la severidad, tambien sabré em- plearla, pues á todo estoy dispuesto en favor de mis conciudadanos y del listado, cuyos destinos son de mi responsabilidi wd; á todo, hasta violentar mis mas queridas afecciones. No seré entónces lo que he sido hasta aquí, por- que si la clemencia es una deuda hácia la naturaleza humana, la jus- ticia lo es hácia las sociedades políticas: nada dejaré de hacer por con- servar el Estado y mantenerle en tranquilidad, cierto de que para tan justo y patriótico objeto, cuento con los pueblos que me han dispensado su confianza, esa confianza que tanto aprecio y que creo merecer por el ardiente deseo que me anima decooperar á que sean felices, Este fin me llevará pronto á muchos de ellos: los visitaré, y emplea- ré todo el poder de «ue estoy investido, y todo el ahinco de mi gratitud por remediar sus necesidades y mejorar su situacion. Para formarse juicio de ella es preciso verla: no es seguro conocer la verdad por los ojos de otro; y el error de un gobernante cuesta muy caro. Comerciantes, Agricultores, Artesanos, vosotros todos los que teneis al- guna industria útil, con que fomentais al Estado, cuya riqueza aumentais con vuestras economías, y cuya prosperidad solo puede ser efecto de vues- tros esfuerzos unidos, nada temais: entregaos confiadamente á vuestros tra- bajos productivos, miéntras el Gobierno vela por vosotros, el Gobierno, cual le veis, asistido de personas cuya primera recomendacion para mi es mere- cer tambien vuestra confianza, Diciembre 10 de 1845, Gi ) 2 Toa facl NG UWVILciUa,