¡A L0S GUATEMALTECOS! ¡Resuene de uno a otro confín de nuestra patria el grito de rebelión! ¡ Terminen de hoy para siempre los gobiernos tiránicos que han es- clavizado a Guatemala! ¡Sucumba al golpe certero de la vindicta popular la ignominiosa dictadura de Manuel Estrada Cabrera...... ! ¡A las armas, compatriotas, así lo ex1je el anhelo de libertad que pal- pita en cada uno de nosotros! La condición de hombres libres que hemos perdido desde que ese mónstruo se adueñó de los destinos de Guatema- la, no puede ser recuperada sin el auxilio del fusil y del cañón. ¡La liber- tad se conquista con sangre, porque siempre se pierde merced al crímen y éste tarde o temprano debe “ser castigado! Estrada Cabrera es un ase- sino: con tal carácter escaló el poder y de él bajará para sufrir la pena a que es acreedor. Las tiranías no pueden ni podrán nunca afianzar sobre las espaldas de los pueblos su reinado de crímenes. ¡Estrada Cabrera ha hecho todo lo malo posible para convertir a Guatemala en el país más desdichado! ¡Criminal vulgar y empedernido, lo mismo asesina que vende a sus compatriotas: malversador de la Ha- cienda Pública, la ha trocado en patrimonio suyo y de sus secuaces! ¡Corruptor de la juventud, la envilece en sus bacanales, provocando con ello honda indignación en los hombres honrados! ¡Amordazador ¿de la prensa libre, ha hecho de esa noble institución un cad! ¡Diplomático falaz, pone en ridículo y compromete a la patria en el Extranjero! ¡Presidente reelegido por el fraude y el terror, es ejemplar único de una especie ya extinguida! ¡Envejecido y enfermo por su vida libertina y tormentosa, resulta un ente nocivo y despreciable! ¡Las manos crispadas que elevan desde sus tumbas las víctimas de este feroz cacique, no son capaces de despertar en él remordimiento alguno! ¡Guatemaltecos, no haya cuartel entonces para tanta maldad e 1gno— minia tanta! ¡Todos debemos unirnos para combatir sin descanso y con bélico entusiasmo al causante de todos nuestros males y de todas nues- 1as! 3 A A tras desgracias: F>atria y Justicia MARGENES DEL SUCHIATE, SEPTIEMBRE DE 1915 EL UOMERE*RETYOEOCIO NCAIEIO