: l A h ñ pi > Penoso es para mi, el hacer tícipe al público de un asunto que á primera vista, tiene todo el aspecto de una cues- tion de familia. Yo bien sé que, asuntos de esta naturaleza se ventilan únicamente en el misterio del hogar, pero lo que hoy 1 m3 hace tomar la pluma es un hesho que afecta mi reputacion y mi honra, que por ser mi único patrimonio me es tanto mas querida. Juzyue pues el público; á su criterio ape'o, que él.cali- que, esperando, que li verdad luzsa y se pongy en relieve la conducta desatentala é indigaa dal sacerdoto emigrado que hoy motiva estas líneas. Elace mucho tiempo que soy víe! de loz procedimientos del padre Antonio Eimauza, que bajo la: sombra de “una falsa proteccion ha abusado de mí hasta el esceso, ya infiviéndome ultrajes impropio3 de sa calidad, ya cansín loma graves males y diseustos por sus ideas ultra-reaccionarias, á las que hubiera querido amoldarme.—Poseo una correspondencia suya, soez é ingrata, que puede justificar la conducta económica que él ha observado con respecto á mí. Jóven como soy, mi corazon ha palpitado siempre con la causa de la Administracion actual, que es la causa del porve- nir de mi país.—Yo no podria jamas, apesar de estrañas sujes- tiones, formar en otras filas que en las de los heróicos hijos del pueblo, ni abrigar, dado mi temperamento y mi Carácter, otras ideas que las redentoras que profesa el Ilustre Jeneral Barrios á quien le soy deudor de tanta gratitud. De allí mis constantes disgustos con el citado Sacerdote Lanuza, de una causa muerta, discípulo de una escuela vetus- ta, desde luego ambos profesamos muy distinto credo político, de allí su ódio contra mí. Setiembre 3 de 1879. J. Tomas Cervantes.