¡ADMIRACION! Al Egregío Compositor Don Rafael Alvarez. GUATEMALA. e Á DA distancia y el tiempo, lejos de borrar de mis recuerdos % al artista guatemalteco, acentúanlos en el fondo de mi alma, y en lo más íntimo del corazón hacen vibrar las notas de mi cariño sincero por Vos, noble hijo de Verdi y de Mozart. La civilización, cuyos sublimes resplandores iluminan al país desde la gloriosa jornada de 1871, nada relega al olvido, todo lo descubre. dando al César lo que es del César; y de ahí que en faro luminosísimo exhiba ante el mundo en estos preciosos ins- tantes. la excelsa figura del insigne artista que, inspirado en divinales concepciones, obtuviera la gloria de ser el autor celebérri- mo de la música del hermoso Himno Nacional, que brotara de las soberbias musas del inmortal poeta J. J. Palma, á quien en las postrimerías de su existencia demostró la Nación su eratitud, que ahora hace extensiva á Vos, mi querido amigo; porque ambos genios en el respectivo campo que Natura les concediera, son acreedores á la apoteosis con que el pueblo grato de Guatemala recompensa á sus preclaros hijos: porque hijo de ella también fué el dulce bardo cubano. Por eso yo, que tengo el honor de pertenecer al gremio de filarmónicos guatemaltecos, no puedo, no, permanecer en silencio, ante la actitud de mis colegas que os manifiestan su admiración por vuestro triunfo. Por eso yo, repito, también os admiro y os felicito con efusión, porque la Patria, la Patria mía, premia con verdes é inmarcesibles lauros las victorias de sus hijos que, como Vos, han conquistado de las generaciones del porvenir la celebridad que sólo el venio alcanza. Servíos, pues, aceptar estas pálidas frases como homenaje de la sincera admiración con que os distingue vuestro antiguo amigo y seguro servidor, Angel E. López. San Marcos, 15 DE SEPTIEMBRE DE 1911.