A mis Compaíriotas: La torpe ambición, esa enfermedad que es propia del ruin, del maquiavélico, es la guía de los actuales soñadores: creen que en Guatemala no hay soldados que pueden rechazar su fuerza; creen, en su caduquez, que todos los centroamericanos pueden ser sus secuaces viles, sus instrumentos, como lo son las Doloro- sas que adhiriéndose á ellos han puesto sus valiosos contingentes para diz que lograr el triunfo sobre la justicia, y por consecuencia, la inopia de la tierra en donde vieron la primera luz y saborearon la primera caricia. Persuadidos de su ineptitud, han formado el triunvirato más ridículo que jamás habíanse imaginado los buenos centro- americanos; han hecho el pacto reprochable, más aún, puesto que debiendo sustentar el sublime credo de la Libertad, son los apóstatas, los hijos expúreos de Centro-América; y para mayor baldón, los primeros en provocar un conflicto cuyos lamentables resultados serán el anatema escrito con sangre que llevarán sus frentes. Ya estamos cara á cara; mas nosotros con la satisfacción de la conciencia tranquila que no teme castigo, sino, por el contrario, con el noble orgullo de que defendemos la integridad de la Patria y el imperio de la Ley y de la Justicia. Ellos, los del prurito de discordia, los que miran solo el bienestar personal, importándoles poco ó nada el entorpecimiento de los adelantos de sus pueblos, sufrirán, pese 4 quien pese, la merecida condena á que los ha destinado su torpe proceder y su sed de sangre que sin duda por su provocatoria se derramará. Adelante, pues, compatriotas; ya estamos en la arena: firmes, muy firmes como somos, al lado de la Bandera Nacional, les demostraremos á los filibusteros que se paga caro la invasión de nuestro idolatrado terruño. UN SOEDADO. Guatemala, Febrero de 1903.