Una comparacion, A Apénas puede comprenderse que en el Siglo del progreso y cuando la civilizacion ha hecho grandes adelantos, baya sociedades que alimenten y respeten ciertos seres que aparecen entre ellas. Asi sucede en la República del Salvador, que compuesta de per- sonas que abrigan miras y sentimientos de verdadera libertad, han aceptado, enco- mendándole sus destinos é intereses, á un hombre como Don Santiago Gonzalez. Bien conocida es la historia de este hombre, y no puede negarse que sus destin- tivos son la ingratitud, la infamia, la ambicion y la falsedad. Afortunadamente y como una compensación natural, se encuentra al frente de ese ser tan negro otro de distinto carácter, el Ciudadano J. Rufino Barrios, hombre que á la par de ser popular, no puede ningun enemigo gratuito lanzarle ninguna ca- lamnia sin avergonzarse. Porque ¿quién puede decir que el General Barrios no es una persona benéfica, honrada y de sentimientos humanitarios? Si algun enemigo sostiene lo contrario, que respondan los ingratos miembros del partido reaccionario, los que trabajando sin descanso en su inícua obra, han recibido por castigo el perdon y con- sideraciones, tanto del primer mandatario como de las personas que lo rodean, porque en sus pechos no cabe la infamia, no tienen ambicion, ni tampoco abrigan el senti- miento del rencor. Ahora, cambiemos el papel, y pongamos al Sr. Gonzalez y los que le rodean, en lugar del Sr. Barrios, ¿qué hubiera sido de los reaccionarios en los años de 71 Y Ta en Guatemala? Ya no existieran, ni ménos pudieran como vulgarmente se dice, con- tar el cuento. Gonzalez es el símbolo de la traicion, como Barrios lo es de la lealtad: Gonza- lez es la velcta de Centro-América, como Barrios la colosal columna de la libertad; así es pues de esperarse que la sociedad civilizada del Salvador no abrigue en su seno por mas tiempo, al hombre que tantos males le causa: qué pronto se olvide un ser tan despreciable; y qué comprenda que el Gral. Barrios y sus dignos Ministros, no tienen ambicion de ningun jénero y mucho menos de querer gobernar otra República, por- que bastante que hacer tienen con la de Guatemala, donde hay tanto elemento que desarrollar, única mira que los anima, para el bien general, Guatemala, 30 de Marzo de 1876. E. Guzman,